Nací en Buenos Aires, ciudad en la que crecí, me formé y di mis primeros pasos profesionales. Desde el 2018, resido en Córdoba junto a mi familia, lugar en el que continué mi formación y desarrollo profesional.
Soy Psicóloga desde el año 2013, egresada de la USAL – Universidad Del Salvador. Principalmente, me formé en Psicoterapia Familiar Sistémica, Duelo y Mindfulness. Con la llegada de la maternidad (y más dudas que certezas) comencé mi formación en Psicología Perinatal.
El recorrido de todos estos años fue muy enriquecedor, ya que pude conocer de cerca, ser parte y desarrollarme en distintos ámbitos, tanto público como privado, trabajando con diversas poblaciones, en entornos individuales y grupales.
Siempre tuve un interés genuino y pasión por las personas y sus historias. Sumado a esto, la curiosidad por la complejidad de nuestra mente y mi historia personal es que decidí elegir esta profesión, la cual hoy me permite acompañar a través de un espacio de construcción conjunta, el proceso introspectivo y de sanación de diferentes mujeres.
Presencial en Córdoba Capital
Modalidad Online
Proceso terapéutico:
Considero que cada persona es única, y por eso en mi consulta te ofrezco un enfoque terapéutico integral, flexible, incluyendo técnicas de Mindfulness, que pueda acompañarte en las diversas etapas de tu vida y cuidar las dimensiones tanto física como mental, emocional y espiritual. El objetivo (más allá del propio que traigas a consulta) es que te sientas mejor no solo ahora, sino a largo plazo, adquiriendo las herramientas necesarias para vivir con mayor bienestar y tranquilidad, desde el autoconocimiento hasta la regulación emocional. Las sesiones son individuales, de manera presencial o virtual, y la relación terapeuta- consultante se sustenta en el respeto y compromiso. En un ambiente de confianza y sin juicios, con empatía y dedicación. Si así lo deseas, estaré encantada de acompañarte en este camino.







Embarazo y puerperio
Desafíos reproductivos
Duelo
Autoestima
Ansiedad
Mindfulness
Desarrollo profesional
Por lo general, nuestra mente se llena de pensamientos, preocupaciones o cosas por hacer, y nos cuesta simplemente
estar presente, aquí y ahora. Por eso, quiero compartirte algo que puede ser de gran ayuda:
En mi recorrido, descubrí que el mindfulness es otro gran pilar para la salud emocional y mental. Me entusiasma ver
cómo esta práctica, tanto preventiva como terapéutica, ofrece innumerables beneficios:
En nuestras sesiones individuales, el objetivo es integrar mindfulness de manera completamente personalizada a tu
vida. Juntas exploraremos prácticas sencillas, que no solo serán parte de nuestras sesiones, sino que adaptado a tus
necesidades y ritmo, el objetivo es que se conviertan en una herramienta útil y duradera en tu vida diaria, ayudándote a
conectar con el presente, a encontrar calma y a valorar lo esencial.
En nuestra vida cotidiana, a menudo nos olvidamos de lo simple, lo pequeño, de esos momentos que parecen
insignificantes pero que, en realidad, son esenciales para nuestro bienestar. Como bien dice Jon Kabat-Zinn: “¿Las
pequeñas cosas? ¿Los pequeños momentos? No son tan pequeños”. Y es cierto, cuando hacemos una pausa para
observar, nos damos cuenta de que esos momentos son los que realmente nos enriquecen
El dolor y el sufrimiento son parte de la vida, pero ¿cómo algunas personas logran convertir esas experiencias en aprendizaje y fortaleza? La resiliencia, nos muestra que no solo es posible superar la adversidad, sino que podemos transformarla en sabiduría. Aclaremos que superar la adversidad no significa borrar el dolor, sino aprender a vivir con él y convertirlo en una fuente de fortaleza. La resiliencia no es un don con el que nacemos, es algo que construimos a través de diversos factores como el apoyo social, el apego seguro y la capacidad de resignificar la experiencia dolorosa, encontrando en el entorno relaciones que actúen como una “segunda oportunidad afectiva”.
Hay algo poderoso en la forma en que contamos nuestra historia. Al reconstruirla, podemos asumir un rol activo y encontrar significado en la experiencia, lo cual nos impulsará a descubrir un nuevo propósito en la vida, desarrollar empatía y encontrar mayor sentido en las relaciones. No somos solo lo que nos ha dolido; también somos lo que hacemos con ese dolor. La resiliencia nos recuerda que, aunque las heridas formen parte de nuestra historia, no definen nuestro futuro. Te regalo una frase de Boris Cyrulnik que me encanta: “La resiliencia hace que ninguna herida sea un destino”.
A diferencia de la muerte de un ser querido, que suele acompañarse de rituales y palabras de consuelo, la pérdida intrauterina a menudo se enfrenta en silencio y soledad. El duelo gestacional suele quedar en el silencio y la falta de validación puede profundizar el dolor y generar aislamiento en quienes lo atraviesan. Como señala Alba Payàs, “las parejas se sienten desautorizadas para hablar de ello porque no hay nacimiento, ni recuerdos tangibles, aunque ese bebé ya formaba parte de sus sueños y expectativas”. Cuando la pérdida ocurre en las primeras etapas de la vida, el amor y el vínculo con ese pequeño ser ya existen, y el dolor es legítimo. El dolor no se mide en semanas de gestación, sino en las expectativas y el amor que se había comenzado a construir.
Es importante saber que el duelo no busca suprimir el dolor, sino integrarlo y darle sentido, tarea en la cual la validación juega un papel fundamental. Hablar de este proceso es una asignatura pendiente de la sociedad, que requiere atención para acompañar a quienes lo viven. Al reconocer y validar el dolor, podemos ayudar a encontrar el camino hacia la sanación, permitiendo que el duelo tome su curso. Para mí, compartir estas reflexiones es abrir la puerta a la solidaridad, recordando el poder de la empatía y el reconocimiento. Los abrazo.
Cuando pensamos en la autocompasión, muchas veces la imaginamos como un acto de ternura. Pero quiero contarte que no es solo suavidad, sino también fuerza. Kristin Neff, una de las principales investigadoras sobre este tema, lo explica maravillosamente usando la metáfora del yin y el yang. Ambas son esenciales para nuestro bienestar. El yin representa el lado tierno y amoroso. Es esa parte de nosotras que sabe detenerse, respirar y darnos el mismo cariño que le daríamos a una amiga. Es el recordatorio de que merecemos paciencia, comprensión y cuidado, sobre todo
cuando estamos pasando por momentos difíciles. El Yang, es el lado valiente, el que pone límites, nos defiende y nos impulsa a actuar cuando algo no está bien. Nos recuerda que no solo debemos cuidar a otros, sino también cuidarnos a nosotras
mismas. El verdadero poder de la autocompasión está en el equilibrio: aprender a abrazarnos con amor y defendernos con valentía. Porque ser compasivas con nosotras mismas, es darnos el lugar que merecemos, ser nuestra mejor aliada. Y vos, ¿hoy qué necesitas fortalecer: el yin o el yang?
© 2025 Camila Casabal.
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